Me tocó hacer la secundaria en un momento en el que empezaban a considerarse obsoletas algunas disciplinas.
No tenía sentido seguir insistiendo con la escritura manual, cuando las viejas máquinas de escribir le empezaban a dar paso a las primeras computadoras de escritorio.
Recuerdo la hoja en blanco frente a mí y el tedio de repetir la misma letra sucesivamente, una y otra vez.
Nada parecía cambiar de un renglón a otro. Mojar la pluma cada tanto en el tintero. Y repetir.
Joven y moderno, yo, juzgaba aquello como un capricho académico de sostener anquilosadas costumbres, una manera de seguir justificando el sueldo, aunque también la existencia, de esos viejos profesores que parecían escapados de una película de Sandrini.
En esos momentos yo no podía dejar de evocar esas escenas en blanco y negro que veia de chico en el ranser de mi abuela, o escucharla decir, regla en mano. “La letra con sangre entra”
Y así pasaron los años, viendo diluírse ante mis ojos los trabajosos métodos de aprendizaje, dando lugar a dinámicas, sistemas mnemotécnicos, cursos a distancia, por correspondencia, en cassettes, carreras virtuales, profesores on-line, etc. Y lo celebré.
Pero hace unos años, de ida o de vuelta por mis caminos de búsqueda, recalé en el Tang Soo Do. Una inexplicable intuición me reclamaba, como asignatura pediente, la práctica de una disciplina marcial. Humildemente, tuve que desaprender todo lo que sabía, sacarme la pesada mochila de bagaje literario, teológico, filosófico, científico.
En mi copa no había lugar para más nada.
O mejor dicho, lo que allí había no me servía para nada.
Y otra vez de blanco.
Pero esta vez no era un gardapolvo, sino un dobok.
Y otra vez la hoja en blanco
Pero esta vez no era papel canson
Era yo.
Y otra vez comencé a repetir sobre este papel la letra.
E iba tomando forma la caligrafía del Hyung, de la técnica.
Y por primera vez comprendí que no era un capricho,
Y a medida que mi pobre caligrafía va mejorando,
Que mi cuerpo y mi espíritu se van configurando con el trazo,
A la vez que comienzo a esbozar nuevos caracteres,
La exigencia crece,
Y lo que antes eran garabatos sobre el tatami
de a poco se va pareciendo al arte.
Entrenamiento,
Sudor,
Cansancio.
Moo Do
Ahora soy yo el que dice
con otras palabra:
La letra con sangre entra!
A.K 25/9/2012

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